Reciclaje: ¿qué es?
El reciclaje, en pocas palabras, es un medio de transformar sustancias y materiales en nuevos, con el fin de limitar la contaminación y el consumo de recursos vinculados a la fabricación de nuevos productos. En general, se distingue entre el reciclado en circuito cerrado, gracias al cual se fabrican productos de calidad similar, y el reciclado en circuito abierto, donde el material producido se integra en productos distintos del producto original.
Comprender fácilmente el reciclaje
El reciclado ha experimentado un cierto aumento en los últimos años, y en la actualidad el 44 % de los residuos domésticos se reciclan en Francia. El problema es que nuestro consumo sigue creciendo a un ritmo cada vez mayor y que la cantidad de residuos en el mundo está alcanzando niveles máximos.
Nuestros estilos de vida y de consumo tienen un impacto directo en nuestro medio ambiente, y con demasiada frecuencia nuestro crecimiento se hace a expensas de la naturaleza, que tiene tanto que ofrecernos.
Afortunadamente, las mentalidades evolucionan gracias a la toma de conciencia ecológica. Entonces, para devolverle un poco el favor, se multiplican hoy las iniciativas eco responsables. El reciclaje forma parte de estas iniciativas y permite realizar cada año enormes ahorros de recursos y de energía.
El reciclaje hoy
Cada año se producen en todo el mundo cerca de 2.000 millones de toneladas de desechos sólidos, y se estima que esta cifra aumentará a 3.400 millones en 2050.
Se observa también que la masa de desechos varía ampliamente de un país a otro, en particular en función del ingreso medio. Por ejemplo, un norteamericano arrojará un promedio de 2,21 kg de desechos al día, mientras que un africano subsahariano solo producirá 460 gramos.
En cambio, solo el 2 % de los residuos se arrojarán al medio ambiente en los países ricos, frente al 93 % en las regiones de menores ingresos, debido a la falta de sistemas de recogida adecuados. A pesar de las numerosas innovaciones locales, los vertederos públicos o ilegales están aumentando y actualmente representan más del 4 % de las emisiones de CO₂ del planeta.
Los beneficios del reciclaje
El reciclado es una de las palancas de la protección del medio ambiente. Contribuye tanto a limitar el calentamiento global reduciendo la proporción de residuos incinerados como a reducir la contaminación por vertederos.
También es una excelente fuente de ahorro de energía y recursos. Por ejemplo, una tonelada de plástico reciclado evita el uso de 800 kg de petróleo crudo. Una solución indispensable cuando se sabe que el 90% del consumo mundial de energía se basa en recursos no renovables.
En cuanto a los ecosistemas de los que extraemos la mayor parte de nuestros materiales, sufren forzosamente presiones considerables que el reciclado consigue atenuar, en proporciones variables. Esto ahorrará una gran cantidad de agua en la fabricación de nuevos materiales y preservará los ecosistemas forestales evitando la tala de decenas de miles de árboles cada año. Además, el reciclado presenta ventajas económicas, ya que evita la investigación y la transformación de materias primas y permite acelerar las cadenas de producción.
Y, sin embargo, a pesar de los grandes avances, la mayor parte de lo que podría reciclarse todavía no lo es. En particular, los costes de gestión de residuos que han explotado literalmente en los últimos años, mientras que el precio del petróleo rara vez ha sido tan bajo. La fabricación de materiales nuevos parece entonces mucho más rentable que el desarrollo del sector del reciclaje.
Otro freno de tamaño, errores de selección voluntaria o involuntaria. Hay que decir que incluso con la mejor voluntad del mundo, las instrucciones de la selección selectiva siguen siendo poco claras para muchos hogares.
Clasificación selectiva de los residuos
En realidad, para que un residuo sea reciclable, debe responder a criterios específicos, beneficiarse de un determinado espesor o de una determinada composición. Como resultado, incluso los materiales que se consideran reciclables tienen sus propios límites.
Por ejemplo, el cartón o el papel se reciclan muy bien, pero siempre que no estén demasiado sucios, húmedos, finos y no hayan sido sometidos a tratamientos especiales.
Por esta razón, la toalla de papel o el papel pintado no se incluyen entre los productos reciclables. Lo mismo ocurre con el vidrio, reconocido por ser 100 % reciclable, pero que excluye el cristal, los espejos, los platos de Pyrex e incluso la vajilla de vidrio, que deberán desecharse con la basura clásica.
En cuanto a los símbolos de clasificación, aparentemente no son tan claros como deberían ser, ya que el punto verde, reconocido por ser el más famoso de todos, no significa en ningún caso que un producto sea reciclable, sino que la empresa que lo ha puesto a la venta participa financieramente en la recogida y el reciclado de los envases.
A partir de estas precisiones, comenzaremos nuestra clasificación selectiva instalando 3 cubos diferentes. Una para los residuos ordinarios, otra para los residuos reciclables y otra para el vidrio. En cuanto a los residuos especiales, habrá que hacer un pequeño esfuerzo para orientarlos hacia el modo de tratamiento adecuado.
Por ejemplo, no podemos tirar los medicamentos junto con otros residuos domésticos. Los comprimidos, jarabes, pomadas y otros aerosoles contienen sustancias contaminantes que no deben entrar en contacto con el suelo o el agua. Muchos medicamentos siguen siendo arrojados al inodoro cuando solo hay que devolverlos a la farmacia.
Esto se aplica también a las pilas, que deben depositarse en los recipientes de clasificación disponibles en las grandes superficies y en los almacenes especializados. Esto permite tanto la recuperación de la materia como evitar cualquier riesgo de contaminación, ya que una sola pila arrojada en la naturaleza podrá contaminar mil toneladas de agua, durante unos cincuenta años.
Muchos otros puntos de recogida también están dispersos en los municipios para permitir el reciclaje de pequeños electrodomésticos bombillas de bajo consumo o ropa.
Los límites del reciclaje
Pero los errores de clasificación no lo son todo. La baja proporción del reciclado se explica también por la naturaleza misma de los envases, generalmente constituidos por una mezcla de diferentes materiales.
Por ejemplo, una sola lata de soda de aluminio tiene un revestimiento interior de plástico y está decorada con una fina capa de barniz en la cara exterior. Los envases de plástico por su parte se componen a menudo de una amalgama de diferentes plásticos, prácticamente imposibles de disociar unos de otros en el momento de la fase de clasificación.
Actualmente, sólo el plástico PET se recicla al 100 % y sin perder calidad. Lamentablemente, sigue representando solo un pequeño porcentaje de los plásticos consumidos.